La situación económica mundial, a corto plazo, se enfrenta a un futuro incierto. Todos los indicadores y analistas económicos indican que la economía está entrando en un periodo de recesión. Bien es cierto, que algunos operadores no pintan el escenario futuro de color negro oscuro, más bien usan algunas tonalidades del gris dependiendo de los factores que tienen en cuenta.
La situación en España parece que se complica, sobre todo, ante la falta de un timonel que dirija el barco. Las asociaciones empresariales y profesionales, los agentes sociales, otros operadores económicos y, con total seguridad, toda la sociedad española clama por acabar con la inestabilidad política y abordar los problemas que se vislumbran en el horizonte.
En este escenario y como resultado del Estudio Advice de Éxito Empresarial de otoño de 2019, las empresas plantean la necesidad de un plan de choque en transformación digital, tanto de las propias de empresas como del sector público, que haga frente a la más que posible desaceleración de la economía española. Por lo menos así lo piensan, al menos, “el 94% de los líderes de opinión entrevistados”.
El estudio toma como referencia, para un país como España con una tasa de desempleo muy elevada y una deuda pública por encima del 100% del PIB, el ejemplo del plan puesto en marcha en EE.UU. por la Administración Obama en 2009 para relanzar su economía, en el que el 10% se destinó a la transformación digital y así salvar a las empresas y el empleo en una época de recesión mundial. Además, se tiene en cuenta dentro del contexto nacional, el caso particular de Euskadi, al frente de la economía nacional y de la transformación digital desde hace mucho tiempo, lo que le sirve para mantener un elevado nivel empresarial y económico y una de las tasas de paro más baja de España.
Pero ¿qué implicaría el plan? Según los modelos utilizados por el estudio, “el crecimiento del PIB se aceleraría hasta en un 10%”. Para ello habría que priorizar la transformación digital frente a otros planes de activación de la economía y mantener una estrecha colaboración público-privada para su puesta en funcionamiento.
En este sentido, es conveniente saber en qué punto se encuentra la transformación digital en España. Según los datos aportados por el diario Expansión en la nota de prensa referida al estudio, el 48% de las grandes empresas presentan un nivel de digitalización elevado. Es de suponer que se contemplan todos los aspectos clave de la digitalización; cultura digital, cambio de modelo de negocio, uso de herramientas TIC, competencias profesionales, digitalización de procesos y de la organización y creación de valor para el cliente.
El problema radica en las pymes y autónomos, que no se olvide son la inmensa mayoría del tejido empresarial español, donde la penetración de la transformación digital es aún muy reducida, sólo “el 24% dicen tener intención de digitalizarse”.
Un estudio de opinión de la CEA sobre la transformación digital de la empresa andaluza de 2017 ya adelantaba que solo entre el 36% y 45% de las pequeñas empresas y las micropymes y autónomos, respectivamente, disponían de una estrategia de transformación digital. Una vez observada la disponibilidad de recursos económicos, verdadero indicador de la puesta en marcha de la digitalización real, el 39% sólo destinaba entre el 1-5% del presupuesto anual, mientras que un 8% de los encuestados ni siquiera había propuesto inversiones en transformación digital.
De este estudio también es interesante destacar el grado de digitalización de los aspectos clave puestos en marcha en este tipo de empresas. Así, la situación más frecuente era la digitalización parcial de las diferentes áreas de la empresa, con una mayoría de empresas que afirmaban que el área de mayor digitalización (totalmente digitalizada) era la financiera, por lo general, servicio externalizado por casi la totalidad de las pymes y autónomos.
El estudio también definía las barreras a las que se enfrentaban las pymes y autónomos ante el reto de la transformación digital. El coste de la inversión es unánime entre pequeñas empresas, mientras que los autónomos y micropymes se enfrentan primero al desconocimiento, postergando el coste al segundo lugar. Incluso entre los autónomos no se aprecia la transformación digital como un coste de inversión, sino como otro gasto más que sumar a sus precarias economías domésticas.
Entonces, ¿cuáles son las necesidades de las empresas ante el plan de choque propuesto? Básicamente tres; financiación, formación y capacitación profesional y una oferta de servicios digitales adecuada a la realidad de cada empresa.